“God Save the Queen”: la historia del irreverente disco de los Sex Pistols que estremeció a la monarquía y a la sociedad británicas

El 27 de mayo de 1977, antes de las celebraciones patrióticas del 25 aniversario del ascenso de la reina Isabel II al trono, el grupo punk The Sex Pistols lanzó un tema incendiario que desató una tormenta de polémica y los volvió famosos de la noche a la mañana.

La canción, God Save the Queen (“Dios salve a la reina”), era una mordaz crítica a la monarquía y al tradicional orden político que representaba.

Acompañada de golpes de guitarra básicos, una energía cruda y letra ferozmente cáustica, proclamaba que la reina “no es ningún ser humano”, que el pueblo “no tiene futuro” y que Reino Unido era “un régimen fascista”.

El disco, y el momento en que se lanzó en vísperas del Jubileo de Plata, pareció ser un desafío directo a la reverencia tradicional que se le brindaba a la monarca en esa época. Pocos días después, la BBC se apresuró a emitir un veto total de la canción en sus emisoras de radio y canales de TV.

El director de BBC Radio 2, Charles McLelland, catalogó la canción como de “un mal gusto craso”, mientras que el parlamentario laborista Marcus Lipton la denunció diciendo que “si la música pop iba a ser usada para destruir nuestras instituciones establecidas, entonces ella debería ser destruida primero”.

Muchas cadenas de tiendas, como Woolworths, simplemente rehusaron tener el sencillo en su inventario.

The Sex Pistols surgió como una parte del movimiento punk que se extendía rápidamente por Reino Unido a mediados de la década de 1970, cuando el país luchaba contra el estancamiento económico y enfrentaba una crisis de desempleo, apagones de electricidad y tensiones raciales en ebullición.

Los Sex Pistols mostraban irreverencia contra la monarquía y aquí firman un contrato con su representante, Malcolm McClaren, frente al Palacio de Buckingham.

Con su espíritu de improvisación y postura antiautoritaria, el punk fue la respuesta al aburrimiento, la conformidad social y la alienación que muchos jóvenes sentían. La música que surgió articuló la hipocresía que percibían tanto de la clase dirigente británica como de la cultura tradicional.

Sin tapujos, rebeldes y beligerantes, The Sex Pistols fueron la personificación de la ética punk.

Seis meses antes del lanzamiento del sencillo, en noviembre de 1976, una de esas instituciones tradicionales, la emisora nacional de Reino Unido, la BBC, invitó a la banda a una entrevista en su programa de actualidad, Nationwide.

La emisora estaba interesada en comprender el movimiento cultural que reflejaba la ira, frustración y desilusión que parecía prevalecer en la juventud del país y que claramente preocupaba tanto a sus televidentes mayores.

En ese entonces, la banda estaba compuesta por el cantante Johnny Rotten (cuyo nombre real es John Lydon), el guitarrista Steve Jones, el baterista Paul Cook y el bajista Glen Matlock, quien luego fue reemplazado por Sid Vicious. Fueron presentados dentro de un segmento que pretendía familiarizar a la audiencia con lo que describieron como “el culto del punk”.

“Bueno, podrá no ser el mejor rock ‘n’ roll del mundo, pero ciertamente es el más polémico”, decía la narración del presentador Lionel Morton con un evidente tono reprobador para luego advertir a los televidentes que un diario londinense había tildado a The Sex Pistols de “la banda más agresiva y desagradable jamás vista”.

Ni la industria musical ni la prensa parecían entender la atracción que ejercían la banda sobre la juventud.

Su copresentadora Maggie Norden, quien en realidad era mucho más joven que el representante de la banda, Malcom McLaren, también parecía tener dificultades para entender la atracción de tantos jóvenes por el este visceral y nihilista rock casero y el desprecio del grupo por la autoridad. Le planteó a McLaren que “estaban más interesados en el caos que en cualquier otra cosa”.

“Bueno, esa es una acusación de personas que realmente no entienden lo que los chicos quieren”, respondió McLaren.

“Los chicos quieren emoción, quieren cosas que transformen lo que es básicamente un vida muy aburrida para ellos en este momento, y la música, la joven música rock, es lo único que tienen, lo que piensan que pueden controlar. Y si miras la cartelera de éxitos, realmente no tiene nada que ver con eso”.

“Despreciable, mezquino”

Norden reprendió la banda, afirmando que “estaban tratando de escandalizar a todo el mundo”, además de considerar sus vestimentas “estrambóticas”. Lepreguntó a Johnny Rotten si estaba satisfecho con el término punk, señalando que significaba “despreciable, mezquino”.

“La prensa nos lo puso. Es problema de ella, no de nosotros. Nunca nos llamamos punk”, respondió enigmáticamente.

La presentadora continuó interrogándolos sobre qué había de malo con las bandas de los 60s que seguían vigentes, como The Rolling Stones y The Who, con los que ella parecía estar más a gusto en términos del sonido de la rebelión adolescente.

Johnny Rotten los desestimó sencillamente diciendo: “Simplemente no significan nada para nadie”.

«Tienes que destruir para crear»

El programa Nationwide de la BBC también había invitado al periodista musical Giovanni Dadomo, quien en esa época escribía para las publicaciones Sounds y ZigZag, para retar a la banda.

Los acusó de hacer música “poco original” y calificó la actitud de los Pistols como “aburrida”.

“La destrucción por sí misma es, al final de cuentas, sosa”, manifestó Dadomo. “Ustedes saben que no ofrece esperanza alguna, realmente no busca el cambio. Solo está diciendo, ‘no nos gusta esto, somos diferentes, mírennos”.

McLaren respondió: “Tienes que destruir para crear, sabes bien. Tienes que hacerlo pedazos y construirlos de nuevo en una forma diferente”.

Se desconoce qué tan sincero fue Dadomo consigo mismo y con su propia perspectiva, dado que el año siguiente conformaría y cantaría en su propia banda de rock que llamaría The Snivelling Shits (Las Mierdas Lloronas).

McLaren seguía empecinado en su creencia que la banda superaría la resistencia coordinada de la industria musical, los medios y las instituciones políticas, convencido de que la gente joven tenía el poder para cambiar la opinión pública.

“No será un periodista, realmente no será la industria musical. Será el chico de la calle porque es él quien compra el disco”, afirmó.

“¿Importa si el álbum no vende?”, preguntó Norden.

“No hay duda de que venderá”, aseguró McLaren.

Se refería al sencillo con el que debutaron The Sex Pistols, Anarchy in the UK («Anarquía en Reino Unido»), que llegaría al puesto 38 en la cartelera de éxitos británica. Ese tema también sería censurado por la BBC después de la controvertida aparición de la banda en el programa de televisión Today, que estuvo llena de palabrotas y se sumió en el caos.

En esta ocasión, sin embargo, los intentos de reprimir God Save the Queen sólo sirvieron para impulsar su popularidad. El disco se vendió como pan caliente en las tiendas que lo ofrecían, subiendo hasta el segundo puesto en la cartelera de éxitos. El primer lugar le fue negado, un tanto irónicamente dado el veto, a una canción titulada I Don’t Want to Talk About It (“No quiero hablar de eso”), de Rod Stewart.

Eso generó acusaciones de que la cartelera de éxitos había sido manipulada para evitar que los Pistols llegaran a número uno, lo que fue interpretado por los punks como una evidencia más de los esfuerzos de los estamentos tradicionales de acallar la disconformidad.

Violencia contra la banda

Y a pesar de todas las preguntas hechas durante la entrevista en Nationwide, de la BBC, sobre el comportamiento peligroso en las presentaciones de The Sex Pistols, fueron los integrantes de la banda o aquellos asociados con sus canciones los que fueron objeto de violencia.

Después de la conmoción causada por el disco, el 19 de junio de 1977, Johnny Rotten y los productores de la canción, Chris Thomas y Bill Price, fueron atacados con navajas frente a un pub en el norte de Londres. Al día siguiente, el baterista, Paul Cook, fue asaltado por seis hombres armados con cuchillos a la entrada de una estación de metro.

El 7 de junio, menos de dos semanas después del lanzamiento de God Save the Queen, la banda contrató un barco para navegar por el río Támesis y tocó con actitud desafiante la canción mientras navegaba frente a la sede del Parlamento. Los Pistols invitaron al periodista especializado en música Allan Jones a viajar en el bote y verlos tocar en vivo.

“Naturalmente, cuando tocaron ‘Dios salve a la reina’, ese barco pudo haber implosionado. Fue increíble”, le contó a la BBC en 2012.

Pero no duraría mucho. La policía forzó la embarcación a atracar, lo que dio origen a una pelea y 11 personas, incluyendo McLaren, fueron arrestadas.

La polémica y los vetos no terminaron para la banda con God Save the Queen.

Su primer álbum Never Mind the Bollocks (“No le prestes atención a las cojudeces”), lanzado ese mismo año, también fue vetado de las principales cadenas de tiendas.

También desencadenó un juicio por obscenidad después de que el gerente de la tienda de discos Virgin Records en Nottingham (en el centro de Inglaterra) fuera arrestado por exponer el “material impreso indecente” de la carátula, que fue creado por el diseñador Jamie Reed.

Tres meses después del lanzamiento del álbum, The Sex Pistols se desbandaron tras una desastrosa y caótica gira por Estados Unidos.

Pero el impacto del grupo reverberó mucho más allá de su breve existencia, y God Save the Queen, con su desgarrada musicalidad, no ha perdido nada de su potencia: sigue siendo la fiel representación de espíritu antiautoritario del punk.

“La canción no ha perdido nada de su fuerza a lo largo de los años”, dijo Jones a la BBC en 2012.

“Las emociones detrás de la canción, el sentido de desafío, de rebelión siguen siendo completamente relevantes y seguirá sonando más apasionante que cualquier otra cosa que está en la cartelera en este momento”.